

ARTICULOS DE INTERES
Articulo escrito Por el Dr. David Williams
Traduccion de nuestro gran amigo : Daniel Munevar R.
EL ACEITE DE RICINO
LA PROTECCIÓN NATURAL CONTRA VIRUS MORTALES
DR. DAVID G. WILLIAMS
ALTERNATIVES, v6 n1, Julio 1995
Yendo hacia técnicas más "exóticas" para aumentar la eficiencia del sistema inmunitario, llegamos a contemplar el Aceite de Ricino. Puedo recordar a mi padre contándome una y otra vez de la devoción de su mamá por el Aceite de Ricino cuando él estaba creciendo. Al primer signo de cualquier enfermedad en alguno de los chiquillos, ella inmediatamente les daba a todos los pequeños una rápida dosis oral de Aceite de Ricino. No hay duda alguna que fue una rápida solución para el estreñimiento, y de lo que yo les puedo decir, debe haber tenido un efecto positivo para la memoria también. Mi padre recuerda vívidamente, hasta hoy día, el sabor y los efectos del Aceite de Ricino. ...

ENTIENDO SOBRE LAS GRASAS
Para entender cómo las grasas afectan a la salud, debemos comenzar sabiendo que existen dos historias opuestas sobre las grasas. Hay grasas que matan, que deberíamos evitar. Y hay grasas que sanan, que debemos obtener de nuestra comida.
Mucho se ha dicho sobre las grasas que matan. Éstas están asociadas con muertes provocadas por enfermedades cardiovasculares (43%), cáncer (23%), diabetes (2%) y otras enfermedades degenerativas que matan al 68% de las poblaciones occidentales. Sólo 100 años atrás, esto era raro, lo que indica que estas muertes vienen de enfermedades relacionadas con el estilo de vida, no con la genética.
El problema es que nuestro foco sobre las grasas que matan es inadecuado. Si nosotros quitáramos todas las grasas malas de nuestra dieta y lo hiciéramos de manera perfecta (100%), aun así moriríamos si no incluyéramos y optimizáramos las grasas que sanan. Esto es porque no podemos vivir sin las grasas que sanan, y quitar las grasas malas no garantiza que obtendremos las buenas.
La historia de las grasas que sanan, las grasas buenas, los ácidos grasos esenciales, es, por lo tanto, y sin dudas, la historia más interesante e importante. Para incluir a las olvidadas grasas buenas en nuestra dieta, debemos identificar sus fuentes, sus funciones y los signos en caso de su deficiencia.

¿Qué son las grasas buenas (esenciales)?
Algunas grasas son llamadas “esenciales” porque:
El cuerpo no las puede producir;
Son necesarias para el funcionamiento normal de las células, los tejidos, las glándulas y los órganos; para la salud y para la vida;
Deben ser suministradas desde fuera del cuerpo, a través de alimentos y complementos; Sólo pueden provenir de las grasas (de ahí que las dietas libres de grasas no pueden proveerlas);
Su falta en la dieta eventualmente terminará matando;
Su deficiencia resulta en un deterioro progresivo y puede llevar a la muerte;
La devolución de los ácidos grasos esenciales a una dieta deficiente revierte los síntomas de la deficiencia y significa una vuelta a la salud.
Según la definición de “esencial” que se menciona arriba, existen sólo dos grasas esenciales (técnicamente llamados ácidos grasos esenciales o AGEs). Uno es el AGE omega 3, llamado ácido alfa-linolénico. El otro es el AGE omega 6, conocido como ácido linoleico.
El cuerpo convierte a los AGEs omega 3 y omega 6 en varios derivados de omega 3 y omega 6 con funciones importantes para el cuerpo. Los derivados más conocidos del omega 3 son los EPA y los DHA, los cuales son producidos por el cuerpo y son también encontrados en los peces de agua fría con alto contenido graso. El DHA es el principal omega 3 del cerebro. Los derivados del omega 6 incluyen el GLA (encontrado en el aceite de onagra), el DGLA (encontrado en la leche materna) y el AA (encontrado en la carne, huevos, y productos diarios, así como en el pescado). El AA es el principal omega 6 del cerebro.
A partir del derivado del omega 3 llamado EPA, el cuerpo produce hormonas eicosanoides de serie 3; y, a partir de dos derivados diferentes del omega 6, llamados DGLA y AA, el cuerpo produce hormonas eicosanoides de serie 1 y 2 respectivamente. Las eicosanoides regulan muchas de las funciones de los tejidos a cada momento, desde la concepción hasta la muerte.